En Palamós, julio del 2017
Un bravo mar de incomprensión
baña de arena los destinos,
espejos opacos del motor que gruñe
como las olas minando el malecón.
Se pegan mis manos a mis brazos
y mi estómago se inunda de río,
los graznidos de gaviota me despiertan
en la casa que mira al mar sin verlo.
Al dulzón aire de la noche incierta
en la diminuta terraza de un primero
se han citado los versos clandestinos
con la sinrazón desvelada
para arrancarle a la historia algún olvido.
Ni un ápice de harmonía,
ni cómplices enemigos del silencio.
Solo la pegajosa serenata
y un bravo mar de incomprensió
desalientan la cíclica aventura
de llegar respirando a tierra firme.
Informa: Elena Moratalla
Fotografía: Leo Espinosa