Bonita es la ciudad llorando.
La gente, con sus prisas.
Las aceras, encharcadas.
Y las altas farolas reflectando
las trayectorias invisibles de las
gotas/
que sueñan con caer sobre mojado.
Un ejército de paraguas,
cubriendo el pavimento.
Semejando una armada, que surca
las lágrimas de las nubes empapadas.
Con la vista cercada, por la tela y
la alambrada/
chocan las personas con sus botes
navegantes y flotantes.
Provocando sonrisas en una noche,
para ella tan dramática.
Lo cierto es que prefiero ser mi
propio almirante./
No me gusta cubrirme con un bote
flotante.
Por miedo, a no regarme
quedarme seco y perderme
como los demás navegantes.
Por miedo, a que el alambre atraiga
un rayo./
Me quede frito y deje
a mi corazón roto/
desfibrilado.
Pues si el cielo solucionase
mi avería/
a la ciudad, ya nadie la entendería.
Informa: Carlos Morales García
Fotografía: @seamos_uno_de_ellos