Lengua de trapo

Tu primera respiración llegó a través de la luz.
De madrugada, se abrieron las puertas
y apareció tu nombre.
Miguel ya te llamabas, aunque en dos dimensiones.

Eras el fruto esperanzado
de los versos irreemplazables,
como los que se escriben, como los que escribo,
de frente a la ventana,
a punto de parir otro 15 de enero.

Aún no ha salido el sol
y ya me deslumbra tu claridad.
Los juguetes cobran vida en tus manos de niño,
en tus ganas de comerte el mundo,
de atravesar una y mil veces
la barrera del sonido.

De enero a diciembre se suceden los sentimientos.
Pastoreas por la yerba del jardín
tu obra incompleta,
recién estrenada, como una caja de lápices de
colores el primer día de clase.

Tu risa serpentea entre la jara y el columpio,
donde aprendes a mecerte, a conocer el riesgo
a golpe de carcajada.

Recorres los pasillos con tu lengua de trapo,

eos a que se nos enreda en el corazón
como flor silvestre,
como esa tormenta perfecta que nos
engancha hasta hacernos estallar en
abrazos multicolores.

Informa: Concha Morales

Fotografía: Julián María Alcalde

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