Te lavo la cara y las manos
¡Ya tienes lustre otra vez!
Cuarzo, oro, plata y cobre.
Pizarra, granito y jaspe.
¿Cuántos se han separado de ti?
Camino largo de mil direcciones;
despeñadero, vago destino; aventura
calculada, trazada en cruz.
Planeas huir, te vas sin querer.
Te lavo la cara y te invito a volver,
a mirarte al espejo a reconocer;
mirarte y volverte a ver.
Aquí estoy, en suspenso,
pendiendo de mí.
¿Estoy acaso perdido? Sorprendido
de ir encontrandome a mí.
Otros surgen, seguros de sí, conocen
sus puertos sin ir por el mar.
No ataron un cabo para retornar.
Jaspes, granitos, montañas inmensas,
asaz belleza dejé tras de mí.
Sílices, corales, algas y matorrales,
anclas vitales para sujetarme a ti.
Pues aunque lluevan mil vientos y
se agoste el verde en el fuego, esto
ha sido un ir solo para quedarme
en ti.
Informa y fotografía: Anabel Rial