Viejos fantasmas

“ciudades grises adonde llega un tren

sucio de refugiados: cuántas cosas

de nuestra historia nos trajisteis, despertando

la esperanza en España, y el temor!”

Jaime Gil de Biedma

 

Entre las alambradas

que zurcen las fronteras

escapan gritos y lamentos

que chapotean en el barro,

salpicando las pantallas de plasma

de los rubios hijos de Europa,

acomodados en sus cifras,

en sus más que oxidadas convicciones,

o en las páginas de la Historia

que arrancaron y fueron olvidando,

tan seguros estaban de que no volverían

los viejos fantasmas malditos,

hijos del odio y la vergüenza.

 

Y a pesar de todo el saber

que atesoran las bibliotecas

se asoman entre las grietas del miedo

voces antiguas, siniestras y gélidas,

voces que apagan las alertas,

esconden los sucios trapos de casa

y niegan a la carta pasados y presentes.

 

Se idolatra y se eleva a los altares

el imperio de la tecnología

que evita tener que pensar dos veces,

dar la mano y mirar a los ojos,

verse a uno mismo

con otra piel, otro dios, otra lengua

y exactamente el mismo miedo.

El miedo que recorre Europa

y el que se ahoga en el Mediterráneo:

los dos miedos

de una misma moneda.

 

 

Informa: J.M. Barbot     

                               

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