Abres los ojos, despiertas
dormido, sientes, pero no consiente.
Levantas, tu alma se eleva olvidando su esencia.
Despiertas, ahora caminas, inconsciente,
inconsistente, titubeas y caes, pero sigues de pie.
Vives, creas, obtienes experiencias, ríes, vives, sientes vives, vives.
Regresas, ves lo que ya viste, pero está roto.
Roto por dentro, aunque no lo puedas ver, roto por dentro,
pero en condiciones perfectas.
Te das cuenta de que está algo mal.
Vuelves a voltear, sigue roto, te alejas y regresas otra
vez, todavía roto.
No se arregla, en un instante todo era oportuno
ahora todo es contradictorio.
La probabilidad no existía hasta que se creó.
Nulidad en el vacío cuando se ven las fracturas de
todo aquello que tenía la imagen perfecta,
pero al voltear a ver más allá de lo que se observa, colapsa.
Se cae y se rompe, regresa a su estado original pero ahora
deforme.
Siempre fue así, nunca fue lo que viste, porque lo observaste
equívocamente.
Y ahora no hay nada que cambiar.
Despiertas despierto, en un estado reflexivo,
regresas la mirada, era todo.
Era una contingencia.
Informa: Daniel Hernández Mota