Avanzamos en el ejercicio de mirar poéticamente el mundo y en ese acto somos
conscientes de que el mundo también nos observa con curiosidad.
Nombramos y nombramos hasta que la palabra se materializa en nuestro deseo.
Sabemos que la poesía nos habita, nos ilumina desde dentro, nos convierte
en delgados faros que abren la oscuridad con su persistencia.
¿Qué haríamos entonces si no reconstruimos el mundo desde nuestra
singularidad? A través de las palabras somos los primeros en mirarnos
y en preguntar ¿Cómo vivir la poesía y hacernos realidad en su verso?
Informa: Valentina Lara